Quiero dejar de comer
para comprar libros
Quiero vivir
para poder beberlos
Quiero morir
para que sean ellos los que me escriban
Quiero resucitarlos
cuando sean demasiado viejos
Quiero que Pizarnik me llore
y que Whitman me cante
quiero desnudarme ante ellos
cuando no haya nadie delante
Quiero ser eterna
en unas páginas en blanco
despertarme con un verso,
sangrar tinta sin agravio
Los libros me hacen la autopsia
en la autopista del desgarro.
Murió enferma de poesía:
la libertad es su legado
Aquí puedes encontrar lo que tengo, lo que pienso y lo que soy. Es mi pequeño desastre y tú, desde este instante, tienes la oportunidad de rebuscar en él. Tu opinión es la que más me interesa, así que déjame oírla. Todos los textos de este blog me pertenecen, así que sé original y hazlo mejor que yo.

viernes, 11 de agosto de 2017
viernes, 14 de julio de 2017
carta de mí para mí
Te conozco desde bien pequeña.
Te he visto diminuta,
con los puños cerrados
y la boca abierta,
los ojos negros
el corazón a tientas.
Descubriendo la crueldad del mundo
en la acidez de un limón.
Te he visto
levantar las manos del suelo
para alcanzar la luna
y tratar de comerte las nubes
como algodón de azúcar.
Te he visto
luchar contra tus palabras
cuando, las muy perezosas,
se amodorraban en tu garganta
Te he visto
explorar la metafísica
frente a un espejo:
dudar si eras tú o ella,
dudar de tu propia existencia
Te he visto quedarte dormida
con el canto de tu padre
o con los cuentos que se inventaba tu madre
Te he visto cerrar los ojos
y olvidar los males
Te he visto
hablando sola,
escribiendo sola,
dibujando sola.
Y te he visto amando esa soledad.
Te he visto
fantasear con príncipes azules,
guitarristas adolescentes
y macarras en monopatín
Te he visto riendo
y te he visto tener miedo
Te he visto obsesionada
al enfrentarte a tu reflejo
Te he visto gritar por la injusticia
y llorar frente al Expolio de El Greco,
bailando en la madrugada,
huyendo lejos
Te he visto
querer arreglar el mundo
para después conformarte
con arreglarte a ti
Te he visto enamorarte,
entregarte y perderte.
Te he visto suspirar por un nombre
que ya no recordaba el tuyo
Te he visto
siendo víctima y verdugo
de ti misma,
cosiéndote a retales,
perdiendo tu orgullo
Te he visto
encontrarte y reconstruirte
en otras manos
en otras sensaciones
Te he visto
sintiendo la libertad
de amar sin restricciones
Te he visto intentando saber quién eres.
Lo único que puedo decirte es que la última vez que te vi eras así.
Sé que ahora
tus ojos son más claros,
tus palabras más ágiles,
tu soledad más inusual.
Pero también sé que todavía tienes esa estúpida manía de alcanzar la luna
y sé que algún día lo harás.
Te he visto diminuta,
con los puños cerrados
y la boca abierta,
los ojos negros
el corazón a tientas.
Descubriendo la crueldad del mundo
en la acidez de un limón.
Te he visto
levantar las manos del suelo
para alcanzar la luna
y tratar de comerte las nubes
como algodón de azúcar.
Te he visto
luchar contra tus palabras
cuando, las muy perezosas,
se amodorraban en tu garganta
Te he visto
explorar la metafísica
frente a un espejo:
dudar si eras tú o ella,
dudar de tu propia existencia
Te he visto quedarte dormida
con el canto de tu padre
o con los cuentos que se inventaba tu madre
Te he visto cerrar los ojos
y olvidar los males
Te he visto
hablando sola,
escribiendo sola,
dibujando sola.
Y te he visto amando esa soledad.
Te he visto
fantasear con príncipes azules,
guitarristas adolescentes
y macarras en monopatín
Te he visto riendo
y te he visto tener miedo
Te he visto obsesionada
al enfrentarte a tu reflejo
Te he visto gritar por la injusticia
y llorar frente al Expolio de El Greco,
bailando en la madrugada,
huyendo lejos
Te he visto
querer arreglar el mundo
para después conformarte
con arreglarte a ti
Te he visto enamorarte,
entregarte y perderte.
Te he visto suspirar por un nombre
que ya no recordaba el tuyo
Te he visto
siendo víctima y verdugo
de ti misma,
cosiéndote a retales,
perdiendo tu orgullo
Te he visto
encontrarte y reconstruirte
en otras manos
en otras sensaciones
Te he visto
sintiendo la libertad
de amar sin restricciones
Te he visto intentando saber quién eres.
Lo único que puedo decirte es que la última vez que te vi eras así.
Sé que ahora
tus ojos son más claros,
tus palabras más ágiles,
tu soledad más inusual.
Pero también sé que todavía tienes esa estúpida manía de alcanzar la luna
y sé que algún día lo harás.
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